Detalles Exposición Memorial de los Días

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Presentamos detalles de la exposición Memorial de los días, por parte del artista Diego Vázquez Reyes, en el Museo de la Ciudad de Querétaro.

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El arte pictórico tiene la facultad de petrificar un momento fugaz, la proximidad de una cercanía, la trascendencia de la banalidad. En cierto sentido, inmortaliza el tiempo, esa materia frágil y sucesiva de la que están hechas las personas y las cosas. Los cuadros del joven pintor Diego Vázquez Reyes, en la exposición Memorial de los días, tiene el don de transportar al espectador a un plano poblado por seres atrapados en sus propios abismos, arrojados a una cotidianidad muda e incesante, y, sin embargo, volcados hacia una vida vibrante, luminosa. Sin hipérbole me atrevo a afirmar que su estilo pertenece a la estirpe del Orozco rebelde, transgresor de las formas, ávido de zonas opacas, recovecos o corazones que explotan como granadas. Un árbol genealógico monstruoso que arroja sus frutos amargos a lo largo de los siglos.

Con la lentitud del artista clásico, evasivo de las modas efímeras, Diego Vázquez Reyes ha edificado lentamente su propia poética, a través de experiencias, lecturas, anotaciones, ausencias. No se ha entregado a las complacencias del éxito fácil; al contrario, en sus cuadros refleja una profundidad existencial – el ritmo perenne de la vida- que encarnan sus personajes históricos, congelados en el instante del mismo grito y la perplejidad. Como afirmaba Nietzsche, “ hay un arte para solitarios”, una pléyade de artistas, pensadores, escritores, que viven a expensas de las masas. La mayoría de las veces existen como unos “ incomprendidos” de su época. José Clemente Orozco fue uno de estos artistas: trascendió la exigencia nacionalista de la pintura posrevolucionaria y eternizó seres amorfos, signados por el horroriza locura y la desesperación. “ Una pintura del horror”, señalaría Xavier Villaurrutia, “ un arte del terror”, diría Octavio Paz.

En este Memorial de los días el espectador observará paisajes sinuosos, personas como sátiros, artistas atormentados, autorretratos de esperpentos abultados, íncubos y súcubos, el gran teatro del mundo en su pérfida representación. Todo ello es el resultado de la bitácora fascinante y sublime – en la acepción kantiana, es decir como una poética de lo infalible – de los sueños, perplejidades, vigilias y evocaciones que Diego Vázquez Reyes ha registrado a lo lardo de los días.

Héctor Echeverría