La ruta nos aportó otro paso natural

¡Hola a Tod@s!

Presentamos los detalles de la exposición “La ruta nos aportó otro paso natural ” por parte de los artista Gina Arizpe, Gabriel Cázares y Omar Gámez, en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro.

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La exposición propone entender la producción de obra como un proceso que conlleva diferentes estados físicos y conceptuales. Partiendo de la más reciente producción de los artistas: Gina Arizpe, Omar Gámez y Gabriel Cázares, el espacio se trazará como un lugar en donde los artistas comparten distintos procesos, etapas de investigación y producción.

En el acto de compartir un mismo espacio al ser las piezas observadas por primera vez, como elementos de una misma forma, la exposición alcanza un estado físico.

El principio de superposición de la mecánica cuántica sugiere que una partícula puede existir teóricamente, en todos sus posibles estados de manera simultánea. Sin embargo, al ser medida( o vista ) alcanza únicamente a una de sus posibles clasificaciones. Partiendo del experimento Schrödinger- vital para entender la superposición de las partículas- sugerimos que una obra al ser vista por el espectador puede cambiar su estado físico a voluntad de quien la mira. La exposición se planteó como un ejercicio necesario para los artistas durante el año 2020, periodo que generó diversas complicaciones para ellos en al momento de abordar su producción. El resultado ahora concentrado en este espacio fue y es un proceso de larga duración que tampoco termina aquí. Después de este ejercicio las obras continuarán transformándose y cambiando, aprovechando y experimentando en diversos estados y formatos.

Curaduría: Ixel Rión 

Exposición Mis Monstruos Hermosos

¡Hola a Tod@s!

Presentamos los detalles de la exposición  ” Mis Monstruos Hermosos”, por parte de la artista Courtney Fappiano en la Galería Libertad de la Ciudad de Querétaro.

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Si hay un tema recurrente en la historia del arte, es ese tema del monstruo. Lo monstruoso, entendido como aquello que perturba la imaginación convencional, despierta todo tipo de atractivos para quien ejecuta una obra creativa en tanto nos permite comprender las coordenadas políticas, estéticas y morales de una cultura determinada.

Esta fascinación la podemos remontar a las representaciones míticas de la antigüedad, cuando los pueblos representaban a sus dioses, es decir, aquellas criaturas colocadas fuera de lo humano, en los confines mismos del lenguaje, como criaturas con características ciertamente monstruosas.

Podemos decir en este sentido, que hay una correlación innegable entre el monstruo y lo sagrado. Dicha relación se halla especialmente presente en la obra de Courtney Fappiano. Con su catálogo de monstruos, bastante habitado en el espíritu frankenstein de Mary Shelley, Fappiano nos introduce a un universo liminal donde la norma, lo establecido y lo cómodamente predecible padecen la súbita interrupción de lo telúrico y grotesco, típicamente bajo la forma de cuerpos que para el orden patriarcal resultan monstruosos: mujeres y personas queer.

Los monstruos de esta artista habitan cómodamente en entornos cotidianos desde sus cuerpos exagerados e incomodos para cualquier mirada que ambicione a encontrar normas y estabilidad. Esta sacralidad cotidiana posee su propia carga política en tanto a los monstruos represados en las pinturas de Fappiano hablan desde las orillas de la hegemonía.

Desde sus trazos , Fappinao sugiere dos formas de entender la monstruosidad: Por un lado, tenemos a sus personajes, seres limonares e inclasificables, de género ambiguo o dudosa estabilidad en cuyos detalles hay siempre trazos de incomodidad. Por el otro, está el entorno que habitan, aparentemente normal, pero a su manera, también monstruoso y asfixiante.

Si algo podemos decir de la obra de Fappiano, es que es un grito gozoso para hacer de la monstruosidad algo revolucionario.

Exposición ” M100 “

¡Hola a Tod@s!

Presentamos detalles de la exposición “M100”, por parte de 100 mujeres artistas locales, en la Galería Perímetro Alameda Hidalgo.

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La exposición, surge de una convocatoria en donde 100 mujeres artistas locales nombran, representan e interpretan, a través de su obra; la lucha, trabajo, talento y aportaciones de 100 mujeres mexicanas cuya trayectoria ha sentado precedentes y han sido un ejemplo para las posteriores generaciones que nos rehusamos a olvidar.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, el cual conmemora la lucha de las mujeres por su participación en todos los ámbitos de la sociedad, y su desarrollo íntegro como personas, la Secretaría de Cultura del Municipio de Querétaro y Nueve Arte Urbano convocaron a 100 mujeres artistas, o colectivos, para rendir homenaje y apropiarse del espacio público.

El objeto es elaborar 100 piezas in situ sobre troviceles montados en las mamparas de la galería del perímetro Alameda, utilizando pinturas, ilustraciones, esténcil, grafitis o collages, por lo tanto, se otorgará a los artistas participantes material de pintura acrílica, aerosol o pegamento, para poder realizar su técnica del arte.

Memoria de un espacio y tiempo

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Presentamos los detalles de la exposición “Memoria de un espacio y tiempo”, por parte de la artista Laura Romero, en el Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad de Querétaro.

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Para quien camina entre la maleza petrificada de la ciudad, ésta le arroja siempre a manera de pregunta un enigma. Desentrañamos, deshilvanamos en constantes y vanos intentos, expuestos a lo que perdemos en el espacio que se abre al transeúnte. Sombra que quisiéramos capturar y elusiva deambula por los matices lumínicos del concreto.

La luz y la materia en proceso de transmutación bajo la mirada inquisitiva de Laura, yuxtapone fragmentos que cruzan el umbral entre lo que que aparece y la narrativa interior que quisiese tejer un relato, el testimonio de un viaje; el estar entre lugares. La exposición que se hace de memoria quisiese abrigarse de ciclo, reflexión. El proceso continuo de hacer del acontecer, una experiencia. Al pasear, registrar y transformar la materia en un collage de tiempos , pareciera que la artista evoca aquella función que Perec asignaba a la escritura: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva: arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.

Sin embargo, en la particularidad de la mirada que se expone, en la utilización de los colores naturales con reminiscencias a la tierra oaxaqueña, en el proceso de emulsión y la concreción del material y los distintos soportes, existe no sólo el intento de trazar y retener, sino de resignificar el orden de una cartografía íntima, una huella y la impresión de lo que pareciese intangible.

Ahí la contraposición de lo que siempre es sólo ensayo y la marca de lo que yace siempre incompleto en la obra, la singularidad de una herida. Una contradicción como la perplejidad que respiran los versos de Álvaro de Campos, dividido entre la lealtad que debo/a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,/y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

De la fotografía digital a lo concreto: el panel de Durock, la baldosa y los procesos fotoquímicos para hacer de la materia algo sensible a la luz y el color, pigmentos con olor a huizache que nos arrojan lo efímero de un rostro, el sesgo de un autorretrato así como el transitar que en sus pasos no hace sino resignificar el espacio buscando habitar, permanecer, así sea entre continentes, desplazado entre ciudades. Fachadas que se abandonan al sentimiento de lo inacabado, el ruinoso rumor de lo urbano y que nos recuerda esas

Ventanas de mi cuarto,
Cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién son
(y si lo supiesen, ¿qué sabrían?)
Ventanas que dan al misterio de una calle cruzada constantemente por la gente,
Calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta
con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres…

Fernando Pessoa, Tabaquería

 

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