¡Hola a Tod@s!
Presentamos los detalles de la exposición: Drunk, por parte del artista Leonardo Díaz, en la Galería Libertad de la ciudad de Querétaro.
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Según el diccionario del uso del español María Moliner, una tragedia puede ser varias cosas: 1 una obra de teatro de asunto serio entre personajes que plantean un conflicto humano sin solución- y con desenlace funesto. 2 una desgracia de la vida real de consecuencias tremendas e irremediables. Pero también: 3 canción dedicada por los griegos y romanos al dios Baco. Baco(equivalente latino del Dionisos griego) era considerado por los romanos como el dios de los placeres, la inspiración poética y el vino. Se le relacionaba también hoy en día entendemos a los excesos.
La serie Drunk de Leonardo Díaz habita de alguna manera en el encuentro de las tres definiciones aparentemente diversas: la catástrofe mirándose al espejo con el festejo. Por un lado, el artista retrata lo inimaginable tras el resultado de un suceso fatal-concretamente, la pérdida irreparable como consecuencia de un choque. Por otro, el carácter onírico de sus piezas tambien nos revelan el proceso que lo precedió. La fiesta y sus consumos. Lo que observamos en estas imágenes es ese instante de “punto de quiebre” en lo que parecía ser celebratorio- la suspensión momentánea de todo dolor y responsabilidad desde los efectos del alcohol- y su desenlace fatídico. Un momento difícil de creer, el shock mismo de la catástrofe. Las visiones filtradas en color verde, azul o rojo acompañan la observación del horror, en una especie de portal para ir y venir entre la comprensión del hecho trágico y la imaginación reflexiva. La monocromía nos permite mirar desde un visor, como quien recuerda un sueño terrible, a la vez que invita a ver los detalles de la pintura misma: los trazos, las veladuras y las texturas. El gesto pictórico como reflexión que trasciende las palabras para comunicar algo impronunciable.
Tanto en las escenas- paisaje de gran formato, como los retratos pequeños de personas en estado de ebriedad aquí expuestos, Díaz repara en las sutilezas y las posibilidades dicotómicas de “ la borrachera”. Como en otras de sus obras recientes, sus intereses alrededor de la distopía, la contradicción y la disonancia se nos presenta en Drunk desde lo escenográfico onírico hasta lo realista intimo. A partir de la memoria propia, y su sin hacer un juicio de valor, el artista aborda en su práctica pictórica la tensión entre la alegría y el dolor. Sin cancelar el carácter celebratorio de los excesos ni la exuberanción de las emociones, las imágenes aquí expuestas hablan más bien de la felicidad que precede a la tragedia representada. De su contradicción inherente y de ese punto surreal y sublime desde el poder estético del horror, donde se tocan.
Tania Ragasol.