¡Hola a Tod@s!
Presentamos detalles de la exposición “Un manantial en la frente” por parte del artista Iñigo Navarro. En el museo de la ciudad de Querétaro. Los invitamos a visitar la exposición es gratuita.
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La medida
La forma exacta de volumen de agua que desplazamos al sumergirnos en el mar
La superficie de crema que recubre nuestro cuerpo en la playa contiene nuestra forma exacta. Es el vaciado de nuestros yo y tiene atributos inesperados, como el perfume dulzón que nos recuerda constantemente que estamos de vacaciones, cuando la gente se emborracha, lee una novela o se enamora. Oler la crema de nuestro cuerpo semidesnudo nos crea expectativas de lo que debería ocurrir. Es una medida
Es una medida ordinaria, asequible. Sería extraño que alguien en vacaciones con las manos aun pringosas por el protector solar esperara a que se apareciera la virgen para revelarle la verdadera naturaleza del mundo, o que un recién adquirido don le permitiera dotar al aire de olor a rosas. Sinceramente, podría fantasear con la idea, como quien se divierte viendo una serie de ciencia ficción, pues nadie en sus cabales daría crédito a esos pensamientos. La ciencia ha ido cerrando el cerco al pensamiento irracional, hasta exterminarlo. El arte, oh no, tambien es estadística.
Eso me parece tan aburrido, tan, tan aburrido que dan ganas de morirme.Tened compasión, alejad de mí la dictadura de la razón. La lógica es útil porque es predecible, porque se puede medir. Todo me cansa todo termina por desvelar un secreto, el truco que hace a las cosas interesantes. Una vez en un campamento católico estaba hablando con uno que estaba muy orgulloso de conocer todos los acordes que se podían tocar con un piano. A mi me impresionó mucho ese dato, eran trescientos y pico y supuse que sería una especie de héroe del pop. Qué estupidez.
Cuando ese tedio se vuelve insoportable, no hay más remedio que moverse para intentar hacer alguna cosa, por mínima que sea, que tenga un poco de interés, esa es otra medida: la lógica poética.
La lógica poética agota su regla cada vez que se enuncia, de modo que no se puede repetir un recurso sin sentir vergüenza. Yo he infringido esa regla tantas veces me desespero, y me pregunto cómo es posible que sea tan difícil plasmar el encanto del mundo.
Lleve sintiendo esa vergüenza desde muy pequeño y es imprescindible. La vergüenza te recorre el cuerpo como un escalofrío, te perla la frente de sudor y anuncia la infracción que estas cometiendo a la velocidad de La Luz. Me abochorna pensar cómo he vivido, yo también fui joven, corría por la playa como los tarados, para estar guapo y delgado, y cuando me daba cuenta me sorprendía lo mucho que olía a pino, o el chapoteo de los chicos y chicas de mi edad en esas mansiones con el césped tan verde y tan amplio, tan al sur. Lo poco, poquísimo, que he sobrevivido a esa vergüenza se convirtió en medida.
Por mucho que se desande el tiempo.
Siempre aparecería una foto enmarcada.
En el parador de casa.
Con nosotros dos y un trocito de hierba.
Iñigo Navarro